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En la mitología inca, amaru, amaro (quechua) o katari (aynara) es una enorme serpiente bicéfala subterránea asociada con el agua y el cambio súbito y violento del orden establecido.

Historia

Largo tiempo atrás, el pueblo "Wanca" había olvidado el respeto a sus huacas (objetos o lugares sagrados), por ende, fueron castigados, las nubes que daban lluvia se alejaron y la fecundidad se tornó en desierto.

La tierra seca y partida era azotada por un sol abrasador, mientras que los gigantescos monstruos que habitaban el lago de los Wanca, impedían que hombres y mujeres llegasen a él. Para proteger a los Wankas, Tulunmaya, el arco iris, engendró al primer Amaru.

Esta fiera fabulosa eliminó a los monstruos, pero pronto se convirtió en una nueva carga para los pobladores, pues debían proporcionarle grandes cantidades de alimento para saciar su ímpetu.

Es bien sabido que cuando están enfadados, los Amarus resoplan un viento helado y escupen granizo sobre las chacras, dañándoles irreparablemente. Un día, el padre Wiracocha se compadeció de su pueblo y creó a Illapa (el rayo) y Wayra (el viento), quienes desde entonces dominan a las fieras bestias y les obligan a replegarse en el fondo del lago.

Cuando ve acercarse una nube cargada de tormenta, el Amaru intenta llegar a ella para así esparcir su granizo sobre los sembradíos. Solamente en esos momentos es vulnerable; es cuando se le puede ver, bajo la forma de una inmensa serpiente sinuosa que busca alcanzar lo alto del cielo. Apenas logra distinguirlo, el campesino agitará su sombrero para dar aviso a sus héroes salvadores.

Entonces, llegan presurosos el rayo y el viento serranos y, tras descomunal batalla, logran vencerlo y partirlo en dos, para confinarlo otra vez a las profundidades del lago.

Una forma que tienen los naturales de leer el destino es fijarse en el color del Amaru:

  • Amaru Negro: Si trata de alzarse a los cielos, sera un año pernicioso y dificultoso para las personas.
  • Amaru Blanco, será un año hermoso y bueno.

Cuando llegaron los españoles, comenzaron a decir que no era el rayo, sino el Apóstol Santiago, quien doblegaba al Amaru con ayuda de su carabina que disparaba balas de oro, y que los truenos eran el ruido del galope de su brioso caballo blanco.

Apariencia

Los Amarus tienen la forma de grandes serpientes con cabeza de llama, un par de alas membranosas, cuerpo de batracio, fuertes garras, invulnerable coraza y cola de pez.

Cuando revela su ferocidad, tendrá los ojos de un característico color morado. Se podría pensar que están emparentados con los dragones chinos (draco orientalis), a quienes se asemejan morfológicamente, pero toda raza de dragones se reproduce a través de huevos mientras que los Amaru, como ya dijimos, tienen su origen en el arco iris.

Transformación del mito

Con el tiempo, los Amarus se fueron transformando y reduciendo de tamaño. En algunas lagunas toman la forma de un toro, conocido como puka amaru o amaru rojo.

Por las noches, este bravo animal sale del centro de la laguna y se acerca a las piedras a su alrededor, convirtiéndolas momentáneamente en pequeños animales. Estas piedras tocadas por el Amaru tienen gran valor para los campesinos y ganaderos por su capacidad para propiciar el crecimiento de las cosechas y el ganado.

Otra especie de Amaru ha sido encontrada en Huancavelica. Se trata de grandes serpientes de dos cabezas, las cuales habitan bajo la tierra y, ocasionalmente, causan accidentes a los trabajadores de las minas.

Investigación sobre la criatura mitológica

El cronista Agustín de Zarate registró un problema de serpientes que se habían multiplicado con la humedad causada por una gran inundación de una era anterior. Estas serpientes molestaban a los humanos, que consiguieron matarlas. Parece ser un tema de gran profundidad temporal, ya que la iconografía precolombina es rica en imágenes serpentinas, aunque las serpientes son poco comunes en las tierras altas.

Obelisco Tello

El obelisco Tello.

El obelisco Tello, una piedra tallada chavín mostrando la unión de dos caimanes, puede haber representado al bicéfalo Amaru con dos cuerpos. El distintivo estilo artístico chavín también representaba el pelo como serpientes entrelazadas. En Moxeke, en el norte de la costa central, ya existían representaciones anteriores de serpientes bifurcadas. En la iconografía nazca, los cuerpos serpentinos protuían de figuras antropomórficas como serpientes bifurcadas. En la costa norte, las cerámicas moche pintadas solían mostrar serpientes arco iris bicéfalas arqueándose sobre una figura central. La misma imagen apareció en la cultura chimú sobre los frisos en relieve de adobe en los palacios compuestos reales de Chan Chan, y en las escenas pintadas coloniales en vasos de beber rituales. La criatura aparecía frecuentemente en la mitología inca y sigue teniendo una fuerte presencia en la imaginación andina.[1]

Amaru kero

Amaru representado en un quero.

Los incas equipararon al amaru a la gran anaconda (Yuypary; Eunectes murinus) o boa constrictor (Constrictor constrictor) de las tierras bajas tropicales. Los incas pedían estas grandes serpientes como tributo. Betanzos dijo que el Inca Yupanqui (posteriormente llamado Pachacuti) tenía jaguares y "grandes serpientes que llamaba amaro" traídas desde las junglas orientales de Antisuyu a la prisión especial de Cuzco. Los prisioneros de guerra y criminales eran arrojados a estos; a aquellos que sobrevivían tres días, se les dejaba ir. El escudo heráldico de Antisuyo de las tierras bajas de Guaman Poma incluía tanto jaguares como serpientes. El Inca Viracocha también tomó como su huauque duplicado una imagen en piedra de un amaru. En los mitos huarochirí, la deidad-montaña demoniaca Huallallo Carhuinchoooo envió un amaru contra su rival, Paria Caca: "[Él] liberó una gran serpiente llamada el Amaro, una serpiente bicéfala, pensando, '¡Esto traerá desgracia a Paria Caca!' Cuando la vió, Paria Caca le apuñaló furiosamente en medio de su dorso con su báculo dorado. En ese mismo momento la serpiente se quedó rígida. Se convirtió en piedra...[y] sigue claramente visible hasta este día". Albornoz, el extirpador español de idolatrías, identificó un estrato específico de mármol blanco como este amaru petrificado.[1]

Durante el periodo colonial, los artistas indígenas solían mostrar incas ancestrales bajo un arco iris que emergía de las bocas de dos felinos. El arco iris aún es descrito como un amaru bicéfalo que redistribuye el agua de un lago a otro absorbiéndolo por su cuerpo. Como las serpientes son capaces de desaparecer en las cavernas y cavidades de la tierra, se asocian naturalmente con cuevas y lugares donde emerge el agua. Por lo tanto, las serpientes ase asocian con lugares de transición y transformación, compartiendo este rasgo con otros animales como el puma, el jaguar o el zorro. Las serpientes también se identifican con los ríos, lagos y el océano. La iconografía pre-inca puede incluso haber usado las lenguas de serpientes como símbolos para ríos o canales. El manuscrito huarochirí describía una serpiente que protegía a las dos hijas de Pachacámac, quien buscaba los peces que aún no habían sido liberados al océano Pacífico. El lago Titicaca también se consideraba rodeado o protegido por una gran serpiente.[1]

La constelación nube oscura de la serpiente Mach’á Cuay está íntimamente asociada con las lluvias estacionales en las tierras altas. La serpiente celestial es visible en el cielo desde el comienzo de agosto, la época de siembra, hasta febrero, un periodo que incluye las lluvias más intensas de diciembre a febrero. La apariencia de la serpiente celestial se corresponde a las actividades sobre la tierra en la que las serpientes terrestres, reptiles en general y el mítico amaru emergen de la cálida temporada lluviosa. Por lo que a través de estación de lluvias, las serpientes terrestres y celestiales, los amarus y los arco iris se asocian íntimamente con la actividad meteorológica. La desaparición sobre la tierra y en el cielo nocturno corresponde a la fría estación fría. Una historia moderna de Jauja y Huamanga cuenta de un terrible amaru con dos cabezas de llama y una larga cola que habitaba en un lago. Luego, un arco iris entró en el lago para proporcionar compañía a la serpiente.

Las fuertes rachas de viento también son amarus. Se dice que cuando termine este mundo en el próximo Pachacuti, las colinas se abrirán y saldrán amarus, junto con feroces leones (jaguares y pumas). Se cree que este suceso tendrá luga en el nacimiento de Amaru Tupa, el hijo mayor de Pachacuti Inca. El amaru está íntimamente asociado con el felino mítico los quechua contemporáneos suelen referirse a un ser compuesto, León-Amaru. En las historias modernas de la tradición inkarrí, el amaru a veces toma el lugar del Inca, con los españoles representados por el toro.[1]

Referencias

Panteón inca
Dioses de Hanan Pacha: Wiracocha  •  Kon/Wakon  •  Vichama  •  Pachacámac  •  Inti  •  Mama Quilla  •  Amaru  •  Illapa  •  Chasca  •  Catequil  •  Piguerao
Dioses del Kay Pacha: Pacha Mama  •  Mama Sara  •  Pariacaca  •  Huallallo Carhuancho  •  Urcuchillay  •  Huari
Dioses del Uku Pacha: Supay  •  Mama Cocha  •  Pachacamac
Lugares
Lugares: Hanan Pacha  •  Kay Pacha  •  Uku Pacha
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