La Cuyancúa o Kuyankuat (del nawat kuyamet= cerdo y kuat= serpiente. Serpiente cerdo) es una criatura mitológica salvadoreña popular, principalmente en la zona occidental del país. Se refiere a una serpiente con cabeza de cerdo. Esta se refiere a un ser mítico y es narrada, sobre todo, en el municipio de Izalco, departamento de Sonsonate.

Ilustración de la Cuyancúa
Descripción[]
Según la tradición oral, La Cuyancúa es un ser de gran tamaño y apariencia extraña. La mitad superior de su cuerpo tiene forma de cerdo de monte (Pecarí tajacu) y la mitad inferior tiene forma de serpiente, descrito como el de una mazacuata (Boa constrictor).
La Cuyancúa tiene similitud con El Cuchivilo, personaje fantástico perteneciente a la mitología chilota, la cual trata sobre los mitos, leyendas y creencias de los habitantes del archipiélago de Chiloé, ubicado en el sur de Chile.
Leyenda[]
Según el libro “Mitos y Leyendas de los Pipiles de Izalco”, escrito por el explorador, zoólogo y antropólogo alemán, Leonhard Shultze Jena, la Cuyancúa es un ser mitológico que tiene dominio sobre las aguas de los ríos y la lluvia. Algunos testimonios no confirmados indican que esta criatura se aparece para anunciar la llegada de la lluvia y no solo aparece individualmente, sino a veces puede presentarse en grupo (manada).
El origen exacto de la Leyenda de La Cuyancúa es desconocido, sin embargo, se sabe que proviene de las leyendas que los nahuas (pipiles) trajeron a El Salvador, como parte de sus tradiciones y folklore. En consecuencia, esas leyendas fueron adoptadas por los indígenas y así surgieron otras historias en los diferentes lugares del continente americano, abarcados por la cultura Maya.
Cuenta la leyenda que, al caer la noche, al norte de Izalco, se escuchaba una especie de graznido o chillido tenebroso, seguido de fuertes turbulencias bajo la tierra. Este fenómeno se le atribuía a La Cuyancúa, lo que despertaba miedo entre los lugareños, haciendo que se encerraran en sus hogares a tempranas horas. Este sonido se escuchaba principalmente en los alrededores de los ríos y quebradas, donde La Cuyancúa se arrastraba buscando alimento o cuando anunciaba que iba a llover.
La Cuyancúa se arrastraba por las orillas de los riachuelos, se enrollaba en los árboles y desaparecía de la vista humana por algún tiempo. Cuenta la tradición oral que se desplazaba a municipios vecinos. Al tiempo, se escuchaba en la zona del municipio de Nahuilingo, se deslizaba por los ríos asustando a las lavanderas del Río Grande. Después regresaba y se escuchaba en la zona de Caluco o San Ramón. Se dice que donde La Cuyancúa escarbaba para echarse se formaban nacimientos de agua limpia y fresca. Esto explicaría el por qué en esos municipios existen varios e impresionantes vertientes de agua.
Algunas personas piensan que La Cuyancúa aún se esconde en los alrededores del balneario Atecozol, ubicado en Izalco. Incluso en este lugar, se puede encontrar una imagen de piedra de esta criatura mítica. Las personas que trasnochaban aseguraban haberla visto de frente, comentaban que el impacto de ver a la Cuyancúa podía provocar desmayos y la pérdida del habla por algún tiempo. Tiempo después, al salir del trance originado por el miedo, esos protagonistas de la leyenda viviente narrarían sus experiencias a sus familiares y amigos, en los que brindarían detalles de esa visión legendaria, de esa serpiente en que se funden el misterio y el espanto. Los desafortunados que tuvieron algún encuentro con La Cuyancúa recomendaban que al ver o escuchar a esta criatura, lo mejor era adoptar una actitud pacífica, cerrar los ojos y encomendarse a Dios.
Según los nahuahablantes de Izalco, Cuisnahuat y Santo Domingo de Guzmán, la leyenda de la Cuyancúa la describe como una ayudante de Taluk (Tlaloc), la deidad del agua. Cuyancúa tiene un papel crucial en la renovación de las fuentes de agua, ya que, donde escarba para hecharse, brota agua limpia y fresca. Su canto también oscurece el cielo y llama a las nubes antes de la lluvia, señalando la llegada de los tepewas(huracaneros,arbolarios o tlaloques),quienes ayudan en el ciclo de la lluvia. Además, se la relaciona con las sequías, ya que su ausencia puede provocar escasez de agua, subrayando su importancia en el equilibrio natural y la vida cotidiana de las comunidad.

Estatua de la Cuyancúa en el balneario de Atecozol en Izalco, Sonsonate.