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Zeus mantuvo una relación sumamente apasionada con Día, esposa de Ixión, rey de los lapitas, del amor entre Día y Zeus nació Pirítoo. Ixión, culpable de haber asesinado a su suegro, fue purificado por Zeus, quien se sentía apenado por haber tenido un hijo con la esposa de este y se apiado por el hombre. No obstante esto, Ixión comenzó a sentir deseos irrefrenables por Hera y trató de violentarla. El padre de los Dioses, a quien no se le escapaba nada, formó una nube semejante a la diosa; Ixión se unió a este fantasma y engendró a Centaruro (del que provendría el monstruoso pueblo que, con el tiempo, lucharía contra los lapitas). Zeus castigó a Ixión por la osadía atándolo a una rueda encendida que giraba sin cesar y lo lanzaba por los aires. Como cuando lo purificó, el dios le había dado de comer la ambrosía de la inmortalidad. Ixión habría de padecer su castigo por y para siempre.