El Fénix (Griego: φοῖνιξ phoinix) es un ave legendaria de color rojo dorado cuyo cuerpo tenía la capacidad de emitir luz. Se decía que habitaba las tierras de Arabia, donde se alimentaba de bálsamo e incienso. Vivía al menos 500 años y, tras morir, emergía de sus cenizas un individuo adulto que encerraba inmediatamente a su progenitor en un huevo de mirra y lo llevaba al templo solar en Heliópolis.[1] El Fénix desde la antigüedad ha sido un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad.
Según el mito, poseía varios dones, como la virtud de que sus lágrimas fueran curativas. Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y hierbas aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo la misma ave Fénix, siempre única y eterna. Esto ocurría cada quinientos años.
Origen y descripción[]
Es probable que el origen del fénix se encuentre en el Bennu egipcio. un ave que representaba el ba (Fuerza anímica) de Ra, Atum u Osiris, compartiendo la muerte y renovación que mostraban estos dioses. Es posible que su popularización en el mundo grecorromano se deba a transmitido por Herodoto en su viaje a Egipto:
Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es el de fénix. Raras son, en efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en tarde, que según los de Heliópolis sólo viene al Egipto cada quinientos años a saber cuándo fallece su padre. Si en su tamaño y conformación es tal como la describen, su mote y figura son muy parecidas a las del águila, y sus plumas en parte doradas, en parte de color de carmesí. Tales son los prodigios que de ella nos cuentan, que aunque para mi poco dignos de fe, no omitiré el referirlos.
Para trasladar el cadáver de su padre desde la Arabia al templo del Sol, se vale de la siguiente maniobra: forma ante todo un huevo sólido de mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para llevarlo, probando su peso después de formado para experimentar si es con ellas compatible; va después vaciándolo hasta abrir un hueco donde pueda encerrar el cadáver de su padre; el cual ajusta con otra porción de mirra y atesta de ella la concavidad, hasta que el peso del huevo preñado con el cadáver iguale al que cuando sólido tenía; cierra después la abertura, carga con su huevo, y lo lleva al templo del Sol en Egipto. He aquí, sea lo que fuere, lo que de aquel pájaro refieren.
- ~ Herodoto[2]
Filostrato de Atenas coincide en la edad y descripción física del ave, pero sitúa su origen en la India. Incluso asegura que los testimonios de los indios confirman su viaje a Egipto. Vuelve a asegurar que solo hay un individuo de la especie que una vez en Egipto, se consume en su nido y se canta himnos funerales a sí mismo.[3] Según Luciano de Samosata moría lanzándose a las llamas[4]. Otros autores también afirman que solo existía uno, que era sustituido por su sucesor[5] después de una vida de 7006 años. El nuevo fénix surgía gracias al calor del Sol.[6]. Según Plinio el viejo, tanto los etiopes como indios aseguran que el ave tiene vivos colores y se cría en Arabia. Lo describe con un resplandor dorado pero siendo púrpura con la cola verde, crestas sobre el pico y un penacho en la cabeza. En las anotaciones de la versión de Historia Natural de Jerónimo de Huerta, se explica que los testimonios son discordantes en cuanto a su edad, pero coinciden en su larga duración.[7]
Lactancio atribuye propiedades curativas a su canto. A diferencia del resto de autores, sitúa su muerte en Fenicia, donde se posa sobre una palmera Phoenix, a la que no suben las serpientes, aves de rapiña ni ningún animal dañino. Allí mezcla sustancias aromáticas y reposa sobre ellas. Al morir, arde y forma una masa como el semen, del que surge un gusano que se repliega sobre si mismo y forma el huevo del que nacerá el próximo fénix. Ya resucitado viaja a Egipto donde le honran con ovaciones.[8] Esta metamorfosis desde una larva a un ave capaz de transportar sus restos posiblemente provengan de le epístola a los Corintios del papa Clemente de Roma.[9]
Otros autores, como Pomponio Mela[10] también hablan sobre el ave sin aportar detalles diferentes a los ya mencionados.
Referencias[]
- ↑ Theoi - Phoinix
- ↑ Historia. Libro II. cap LXXIII.
- ↑ de Atenas, Filóstrato. La vida de Apolonio. Libro III (en español), pp. 49 (218). Consultado el 12 de agosto de 2015.
- ↑ de Samosata, Luciano. Obras III: Sobre la muerte de Peregrino, pp. 8. Consultado el 12 de agosto de 2015.
- ↑ Ovidio Nasón, Publio. Metamorfosis, pp. 373. Consultado el 12 de agosto de 2015.
- ↑ Tzetzes, Juan. Quiliadas, pp. 393.
- ↑ Plinio Segundo, Cayo (1624). «II», Luis Sanchez (ed.). Historia natural. Libro X, pp. 669. Consultado el 12 de agosto de 2015.
- ↑ Lactancio. El poema del Fënix. Consultado el 12 de agosto de 2015.
- ↑ John Fletcher; Ropero Alfonso: Historia general del cristianismo, del siglo I al XXI. Epístola a los Corintios, del Papa Clemente de Roma. ISBN 978-84-8267-519-0
- ↑ Romer, Frank E. (1998). University of Michigan Press (ed.). Pomponius Mela's Description of the World, pp. 125. ISBN 0472084526, 9780472084524.