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Máscara ntomo faro

Faro en la cresta de la máscara ntomo.[1]

En la mitología Mandinga y bambara, Faro es una deidad andrógina del agua,[2] la restauración y la fertilidad. En este aspecto, es similar a la deidad Ausar de la antigua Kemet. Los bambara, un subgrupo de los mandinga, también la veneran como la gran luz y deidad creadora.[3] Es gemela del dios Koni, que también es su esposo. Fue creada por el dios supremo Bemba como dos pares de gemelos: Koni y Faro, y Pemba y Musokoroni. Faro también se considera uno de los cuatro aspectos de Bemba.[4] Es también el progenitor de los peces del río Níger. Su principal adversario es el viento del desierto, Teliko. Faro es propiciado anualmente por una sociedad Komo de hombres en un ritual de danza. Usan una máscara especial que es creada cada año.[5]

En el mito de la creación mandinga, simboliza el organizador restaurador del universo. Esta función es compartida por aquellos que comparten el idioma con los mandinga, como los bozo, bambara, kurumba, samogo y dogon, solidificando su importancia en estas comunidades.[3]

En otra tradición, tiene una identidad dual como dios del cielo y del agua. Aunque visto como masculino, se quedó embarazado por el balanceo del universo y dio a luz varios pares de gemelos. Estos se convirtieron en los ancestros de la raza humano. En su aspecto de héroe cultural, Faro trajo la lluvia y enseñó el lenguaje a los humanos, el uso de herramientas, la agricultura y a pescar. Según la tradición, Faro está continuamente reorganizando el universo. Vuelve a la Tierra cada 400 años para asegurarse que todo permanece en armonía.[4]


Características y mitos principales[]

En la cultura bambara[]

Faro tiene un papel importante en el mito bambara de la creación del mundo, que tiene rasgos comunes con otros pueblos de África occidental.[6] Al principio, cuando no había nada, el mundo es creado por la primera divinidad, Pemba. Los primeros humanos viven bajo un pacto con un dios que parece un árbol, el balanza, a quien le ofrecen sacrificios en forma de sangre y sexo a cambio de la prosperidad. Pero Faro impugna la hegemonía de balanza y se convierte en el principal benefactor de la humanidad.[7]

Faro también aparece en leyendas del reino bambara de Segou del siglo XVIII. En la leyenda, el rey Baton Coulibaly ha salvado la vida de la hija de Faro, a quien había sorprendido robando las verduras del campo. A cambio, Faro le habría dado el poder de oír las tramas a sus espaldas.

En la cultura mandinga[]

Djigui Makan Djigui, el cordero primordial, es creado una primera vez por Dios para sacrificarlo para salvar el universo que se había vuelto inestable, pero es resucitado luego y abandona el estanque sagrado de Faro, seguido de nueve ovejas.[8]

En el dominio de Faro viven los danfin woulou (literalmente "perro (woulou) negro (fin) del arbusto silvestre (dan) en mandinga), perros negros míticos considerados benéficos (sin embargo, otros danfin woulou son sanguinarios, notablemente el Danfin Woulou Binyé Tan, el "perro negro de diez cuernos").[9]

Otra criatura al servicio de Faro es el ntouba nin gwè dondo (de ntouba, palomo; nin, pequeño; gwè, blanco; y dondo, gallo o masculino), la pequeña tórtola blanca, que se muestra solamente a los elegidos de esta divinidad, especialmente cuando están destinados a morir pronto.[10]

Un tin de Faro, montículo de Faro, se encuentra al pie de la montaña Nianan-Koulou, no lejos de Koulikoro, en la región mandinga. Según Wa Kamissoko que narró la epopeya de Soundiata, Soundiata Keïta había hecho grandes sacrificios en el camino de regreso triunfal a la región mandinga tras su victoria contra Soumaoro Kanté, rey del reino de Sosso.[11]

En la epopeya de Tiramakhan, que narra las las hazañas semilegendarias de Tiramakhan Traore (general de Soundiata Keïta), Tiramakhan trata con la diosa Faro mientras cruza un río en piragua para partir a la conquista del reino de Djolof que no ha reconocido la supremacía de Soundiata. Tiramakhan se olvida de hacer las ofrendas rituales habituales a la diosa antes de cruzar (ofrendas que son, en general, leche, berenjenas o cereales). Faro, para vengarse, inmoviliza la embarcación en medio del río. Después de varias horas, Tiramakhan se corta la falange del dedo pequeño de la mano izquierda con los dientes y la arroja al río, y la diosa deja pasar el bote.[12]

Mito de creación[]

Según el mito mandinga, dios supremo Mangala[4] creó dos variedades de semillas Eleusine, conocidas como el huevo del mundo. Luego creó seis más semillas y combinó este grupo de ocho semillas en los cuatro elementos y puntos cardinales para marcar la organización del mundo y su expansión. Según con esta narración, cada huevo tenía un macho y una hembra. Estos eran los prototipos del futuro humano. Uno de los machos, Pemba, buscando dominar la creación, emergió prematuramente antes de que se completara su desarrollo, arrancando una pieza de su placenta en el proceso. Descendió a través de un espacio vacío y su pieza de placenta se convirtió en la Tierra. Sin embargo, estaba seca, yerma e infértil. Tras percatarse, Pemba volvió a los cielos e intentó volver a su lugar en la placenta. Sin embargo, dios había reestructurado la parte faltante de su placenta en el Sol. Pemba robó ocho semillas masculinas de la clavícula de dios y volvió a la Tierra, plantándolas en el trozo de placenta que se había vuelto la Tierra. En el campo, solo creció una de las semillas Eleusine, mientras que las demás murieron por falta de agua. Debido al robo de Pemba y sus actos incestuosos, la Tierra se volvió impura y la semilla se volvió roja, color que mantiene hoy.[3]

Para restaurar la armonía en el universo y purificar la Tierra, Faro (masculino en esta versión[4]) fue sacrificada en el cielo; su cuerpo se cortó en 60 piezas que se esparcieron por el espacio. Los fragmentos descendieron a la Tierra, produciendo árboles, una representación simbólica de la restauración vegetal. El todopoderoso dios devolvió la vida a Faro en el cielo y le dio forma humana, mandándola a la Tierra en un arca hecha de su placenta celestial. El arca de Faro descansó en la montaña llamada Kouroula, que yace entre Kri y Kri Koro. Esta zona recibió el nombre de Mandé, que los habitantes traducen como "hijo de la persona" (ma) o, más explícitamente, "hijo del mannogo", la persona que era Faro cuya primera forma corpórea era un siluro. El pueblo mandinga suele creer que Faro sirve como redentor y organizador del universo que está entronizado en el séptimo cielo y manda lluvia que trae fertilidad. Además simboliza la revitalización y reposición del universo. Consistente con la tradición oral, Faro otorgó a los humanos su consciencia, orden, pureza y sentido de la responsabilidad.[3]

Representación[]

Faro es el patrón del Ntomo, la segunda de las sociedades de iniciación en el que los hombres bamana deben avanzar desde jóvenes. Al combinar las fuerzas opuestas de la cultura y la naturaleza, la divinidad se describe como andrógina y en el centro de todo. Por ello, se suele representar en la cresta de las máscaras Ntomo como una figura con cuerpo de mujer y una pequeña barba.[1]

Cultura popular[]

El director maliense Salif Traoré dirigió en 2007 Faro, la reina del agua, adaptación de una historia que había recogido en un pueblo cercano a Ségou.[13]

Referencias[]

  1. 1,0 1,1 . Bamana Ntomo mask. Consultado el día 11-04-2018.
  2. Germaine Dieterlen, Essai sur la religion bambara, Paris, Presses universitaires de France, 1951, p. 40-55.
  3. 3,0 3,1 3,2 3,3 Asante, Molefi Kete; Mazama, Ama (2009). SAGE Publications (ed.). Encyclopedia of African Religion, pp. 261-262. ISBN 978-1-4129-3636-1.
  4. 4,0 4,1 4,2 4,3 Lynch, Patricia Ann (2004). Facts On File (ed.). African Mythology A to Z, pp. 39. ISBN 0-8160-4892-4.
  5. Jordan, Michael (2014). Infobase Publishing (ed.). Dictionary of Gods and Goddesses, pp. 95.
  6. Germaine Dieterlen, article « Jumeaux : l'un des thèmes dominants des mythologies d'Afrique occidentale », dans Bonnefoy (dir.), 1999, tome 2, p. 1176-1181.
  7. Germaine Dieterlen (1951), chapitre 1.
  8. Cissé et Kamissoko (1988), p.215-217, note 28.
  9. Cissé et Kamissoko (1988), p. 87, note 9.
  10. Cissé et Kamissoko (1991), p. 78.
  11. Cissé et Kamissoko (1991), p. 12.
  12. Cissé et Kamissoko (1991), p. 93.
  13. Valérie Marin La Meslée et Catherine Golliau, « À la fontaine du griot », article dans L'Âme de l'Afrique, Le Point hors-série n°42, novembre-décembre 2012, p. 88-90.
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