En la mitología griega, las Hespérides (Griego antiguo: Ἑσπερίδες) son las ninfas del anochecer y la luz dorada del ocaso, siendo "hijas del anochecer" o "ninfas del Oeste". Atienden un jardín dichoso en el extremo oeste del mundo, situado cerca de las montañas Atlas en el norte de África en el borde de Océano, el mar que lo rodea todo.
Según el poeta griego siciliano Estesícoro, en su poema "Canción de Gerión", y el geógrafo griego Estrabón en su libro Geografía (volumen III), el jardín de las Hespérides se sitúa en Tartessos, una región situada al sur de la península ibérica.
En tiempos romanos antiguos, el jardín de las Hespérides perdió su lugar arcaico en la religión y se redujo a una convención poética, cuya forma fue revivida en la poesía renacentista para referirse tanto al jardín como a las ninfas que vivían allí.
Etimología[]
El nombre se origina de Hesperos (ocaso). Hesperos, o vesper en latín, es el origen del nombre Hesperus, el lucero vespertino (es decir, el planeta Venus).
Las ninfas del ocaso[]
Normalmente, como otras triadas griegas como las Gracias o las Moiras, estaba compuesta de tres miembros. Evelyn Harrison ha observado que : "dado que las Hespérides en sí eran meros símbolos de los dones que personificaban las manzanas, no podían ser personajes del drama humano. Sus nombres abstractos e intercambiables son un síntoma de su impersonalidad".
A veces son representadas como las hijas del atardecer de Noche (Nix), ya sea en solitario o con Oscuridad (Erebo), de acuerdo en la manera en la que Eos está en el este más extremo, en Cólquida, es la hija del titán Hiperión. O se las enumera como hijas de Atlas, o de Zeus, y de Hésperis o Temis, o de Forcis y Ceto. En otra fuente, se dice que las ninfas son hijas de Héspero.
No obstante, entre los nombres que se les da, aunque no todos simultáneamente, había ya sea tres, cuatro o siete Hespérides. Hesiodo dicen que estas "Hespérides de fina voz", hijas de Noche, protegían las manzanas doradas más allá de Océano,[2] considerando su número como tres, y sus nombres como: Egle ("luz deslumbrante"), Eritehia y la ojos de buey Hesperatusa ("Resplandor del atardecer"). Son el color del Sol poniente: rojo, amarillo o dorado. Pseudo-Apolodoro da cuatro Hespérides: Egle, Eritía, Hesperia y Aretusa.[3] Fulgencio proporciona cuatro: Egle, Hesperia, Medusa y Aretusa. Apolonio de Rodas da como nombres Egle, Eriteide y Héspere.[4] Higino en su prefacio de Fábulas las nombra como Egle, Hesperie y Érica.[5] En otra fuente, son llamadas Ægle, Aretusa y Hesperetusa, las tres hijas de Hespero.[6][7] Una antigua pintura de vaso es testigo de los siguientes nombres: Astérope, Crisótemis, Higía y Lipara; en otras son siete nombres: Aiopis, Anteia, Donakis, Calipso, Mermesa, Nelisa y Tara.[8] Un píxide tiene a Hipólita, Mapsaura y Tetis.[9] Petrus Apianus atribuyó a estas estrellas una relación mítica entre sí. Creía que había site Hespérides, ninfas hijas de Atlas y Hésperis. Sus nombres eran Egle, Eritehia, Aretusa, Hestia, Hespera, Hesperusa y Hespereia.[10] En el extremo oeste del mundo, la escena de las Hespérides de la apoteosis de Heracles (romanizado a Hércules) en una hidria de finales del siglo V del pintor de Midias en Londres. A veces se las llama Damas Occidentales, las hijas de la noche o Eritras, y las "diosas del ocaso", designaciones todas aparentemente unidas a la situación imaginaria en el oeste distante. Hésperis es adecuadamente la personificación del ocaso (como Eos lo es del alba) y la estrella de la tarde es Héspero. Además de su cuidado del jardín, se decía que disfrutaban cantando.
Eritehia ("la roja") es una de las Hespérides. EL nombre se aplica a una isla cerca de la costa del sur de Hispania, el lugar de la colonia púnica original de Gades (Actual Cádiz). La Historia Natural (VI.36) de Plinio el viejo presenta la isla de Gades:
Al comienzo mismo de la Bética y a veinticinco mil pasos de la entrada del estrecho se halla Gades que, según escribe Polibio, tiene doce mil pasos de largo y tres mil de ancho. Dista de tierra firme, por la parte que más cerca está, menos de setecientos pies; por las demás partes, más de siete mil; su extensión es de quince mil pasos. Tiene una población de ciudadanos romanos que se llama augustanos de la ciudad de Julia Gaditana.
Por la parte por donde mira a Hispania, a cien pasos más o menos, hay otra isla de mil pasos de largo y otros mil de ancho, en la que en su tiempo estuvo la población de Gades. Éforo y Filístides la llaman Eritea, Timeo y Sileno Afrodisíade, los naturales de la zona la denominan Isla de Juno. Timeo dice que a la mayor la solían llamar Cotinusa en su lengua; los nuestros la llaman Tartesos, los púnicos Gadir, que en lengua púnica significa "recinto". Se llamó Eritía porque los aborígenes, los tirios, decían ser originarios del mar Éritro. Algunos creen que en ella habitó Geríones, a quien Hércules robó sus rebaños. Hay otros que piensan que esta isla es otra distinta frente a Lusitania y llaman con el mismo nombre a una situada allí."[11]
- ~ Historia Natural
El jardín de las Hespérides[]
El jardín de las Hespérides es el huerto de Hera en el oeste, donde crece un árbol, o una arboleda completa, que produce manzanas dorada que otorgan inmortalidad al comerse. Los árboles fueron plantados de las ramas frutales que Gea dio a Hera como regalo de bodas cuando esta aceptó a Zeus. Las Hespérides tenían la tarea de cuidar la arboleda, pero ocasionalmente tomaban manzanas para sí mismas. No fiándose de ellas, Hera también situó en el jardín un dragón de cien cabezas que no duerme llamado Ladón como guardián adicional. En el mito del Juicio de Paris, fue de este jardín donde Eris obtuvo la manzana de la discordia que llevó a la guerra de Troya.
En años posteriores, se pensó que las "manzanas doradas" eran realmente naranjas, una fruta desconocida para Europa y el Mediterráneo ante de la Edad Media. Bajo esta idea, el nombre botánico griego elegido para todas las especies de cítricos fue Hesperidoeidē (Ἑσπεριδοειδῆ) e, incluso en la actualidad, la palabra griega para la fruta naranja es πορτοκαλί (Portokali) - por el país Portugal en Iberia, cerca de donde se creía que creía el jardín de las Hespérides.
Undécima labor de Heracles[]
Tras completar sus primeras diez labores, Euristeo les dio dos más afirmando que ni la hidra contaba (Ya que Yolao le había ayudado) ni los establos de Augías (ya sea porque había recibido pago por el trabajo o porque los ríos hicieron el trabajo). La primera de estas dos labores adicionales fue robar las manzanas del jardín de las Hespérides. Heracles capturó primero al Anciano del mar, un dios marino cambia-formas, para aprender donde se encontraba el jardín de las Hespérides.
En algunas variantes, Heracles, ya sea al comienzo o al final de la tarea, conoce a Anteo, quien era inmortal siempre que tocara a su madre, Gea, la tierra. Heracles mató a Anteo levantándolo y aplastándolo de un abrazo.
Llegando finalmente al jardín de las Hespérides, Heracles engañó a Atlas para que recuperara algunas de las manzanas para él ofreciéndole sostener los cielos durante un tiempo (Atlas fue capaz de tomarlas ya que, en esta versión, era el padre o familiar de las Hespérides). Esto habría hecho la tarea, como la hidra o los establos de Augías, nula porque habría recibido ayuda. A su vuelta, Atlas decidió que no quería tomar los cielos de nuevo, y ofreció a cambio entregar él mismo las manzanas, pero Heracles le engañó a condición de que Atlas tomara temporalmente su lugar a cambio de que le dejara acomodarse la capa. Atlas aceptó, pero Heracles faltó a su palabra y se fue, llevándose las manzanas. Según la versión alternativa, Heracles mató a Ladón.
Hay otra variación de la historia donde Heracles fue la única persona en robar las manzanas, aparte de Perseo, aunque Atenea devolvió luego las manzanas al lugar correcto en el jardín. Son consideradas por algunos las mismas "manzanas de alegría" que tentaron a Atalanta, en oposición a la "manzana de la discordia" usada por Eris para comenzar un concurso de belleza en el Olimpo, que causó el asedio de Troya.
En la alfarería ática, especialmente de finales del siglo V, Heracles es mostrado sentado felizmente en los jardines de las Hespérides, atendido por las damas.
Renacimiento[]
Con el renacer de las aluciones clásicas en el renacimiento, las Hespérides volvieron a su posición destacada, y el propio jardín tomó el nombre de sus ninfas: Robert Greene escribió de "el temible Dragón...que vigilaba el jardín llamado Hespérides". Shakespeare insertó una rima cómicamente insistente " ¿no es Amor un Hércules, encaramándose de continuo a los árboles de las Hespérides?" en Trabajos de amor perdidos (IV.III) y John Milton mencionó en Paraíso recobrado (II.357) las "señoras del Hespérides". Hespérides (publicado en 1647) era el título de una colección de versos pastorales y religiosos del poeta monárquico Robert Herrick.
Referencias[]
- ↑ . Circular Pyxis. The Walters Art Museum. Consultado el día 17-11-2016.
- ↑ «Hijos de Noche y Eris», Teogonía, pp. 3. Consultado el 17 de noviembre de 2016.
- ↑ «Libro II», Biblioteca, pp. 115 (56). Consultado el 17 de noviembre de 2016.
- ↑ de Rodas, Apolonio. «Canto IV», Argonáuticas, pp. 322 (317). Consultado el 17 de noviembre de 2016.
- ↑ Higino, Gayo Julio. «Prefacio», Fábulas, pp. 156. Consultado el 17 de noviembre de 2016.
- ↑ Peter Parley (1839). Tales about the mythology of Greece and Rome, p. 356
- ↑ Charles N. Baldwin, Henry Howland Crapo (1825). A Universal Biographical Dictionary, P. 414
- ↑ Henry Beauchamp Walters (1905). History of Ancient Pottery: Greek, Etruscan, and Roman: Based on the Work of Samuel Birch, Volume 2, p. 92 [1]
- ↑ Píxide ático (Figuras rojas de Duris, circa 470. Londres, Museo Británico: E. 772.
- ↑ Michael Grant, John Hazel (2002). Who's who in Classical Mythology, p. 268 [2]
- ↑ Segundo, Gayo Plinio. «Libro IV», Historia Natural. Libros I-VI, pp. 175. Consultado el 17 de noviembre de 2016.