El Holandés Errante (en neerlandés: De Vliegende Hollander) es un legendario barco fantasma de la tradición náutica del siglo XVII. Se dice que este fenómeno sobrenatural que ha existido durante cientos de años ocurre en el mar e implica la aparente manifestación de una vieja nave espectral que procede a tratar de enviar señales a las naves cercanas mientras la tripulación muerta durante mucho tiempo intenta ponerse en contacto con los vivos. La presencia de este espantoso barco es visto como un presagio de fatalidad para cualquier barco que lo haya visto, a menudo involucrando tormentas u otros peligros que podrían resultar en el hundimiento del barco. Se decía que el propio Holandés Volador era el barco condenado de un capitán que se volvió loco en el mar y de alguna manera se condeció a sí mismo y posiblemente a su tripulación a una eternidad de navegar por los Siete Mares - dondequiera que sea que navegue el Holandés Volador, se dice que el clima cambia para peor, otra señal de su presagio.
Historia[]
Las versiones de la leyenda son innumerables, pero la original comienza con el capitán de un barco holandés, un capitán burgués de Holanda llamado Hendrik Van der Decken, quien hizo un pacto con El Diablo para siempre ser capaz de surcar los mares independientemente de los desafíos naturales que puedan surgir. Dios puso en su camino. Pero Dios, omnisciente, se entera de esto y en castigo lo condena a navegar para siempre sin rumbo y sin tocar tierra, por lo que recibe el nombre de "Holandés Errante".
Según ciertas fuentes, el capitán holandés Bernard Fokke (del siglo XVII) sirvió de modelo para el comandante del barco fantasma. Fokke era famoso por la extraña velocidad de crucero que alcanzaba en los viajes entre Holanda y Java, por lo que se sospechaba que había firmado un pacto con el diablo. En algunas versiones holandesas del mito, el capitán se llama Falkenburg. Marryat le da el nombre de van der Decken (que significa "en cubierta") en su versión, y Ramhout van Dam en la versión de Washington Irving. Unos y otros no se ponen de acuerdo a la hora de llamar al barco o al capitán “Flying Dutchman”. También se dice que juró, ante la tormenta, que no daría marcha atrás hasta dar la vuelta al Cabo de Buena Esperanza, aunque tardara hasta el Día del Juicio Final en hacerlo. También se ha hablado de un horrible crimen cometido a bordo del navío y hasta de una terrible epidemia que contagió a la tripulación, a quienes por ello no se les permitió desembarcar en ningún puerto, quedando condenados desde entonces —barco y marineros— a navegar eternamente. , sin posibilidad de pisar tierra. En cuanto a las fechas en que ocurriría, se ha hablado de 1641 y 1680.