Ixquic, es dentro de la mitología maya, una deidad menor. Hija del demonio Cuchumaquic y madre de los héroes gemelos; Hunahpú e Ixbalanqué.
Mitos[]
Dentro del Popol Vuh se nos cuenta que Ixquic, era una doncella hija de Cuchumaquic, que había escuchado acerca de los extraños frutos en forma de calavera que habían crecido en el árbol de jícara del jardín Pucbal-Chah, Bastante interesada en degustar el sabor que seguramente poseerían, decidió escabullirse desobedeciendo las ordenes de los jueces supremos del inframundo que prohibían fervientemente que sus vasallos se acercasen al árbol, además de ignorar por completo que dichos frutos no eran, sino, el mismo cráneo putrefacto de la cabeza del desdichado Hun-hunahpú.
Una vez ahí una voz se dirigió a ella desde el interior de los frutos.
"-¿Qué es lo que quieres? Estos objetos redondos que cubren las ramas del árbol no son más que calaveras...
-¿Por ventura los deseas? Muy bien, extiende hacía acá tu mano derecha."
"En ese instante la calavera lanzó un chisguete de saliva que fue a caer directamente en la palma de la mano de la doncella. Miró está rápidamente y con atención la palma de la mano, pero la saliva de la calavera ya no estaba en su mano.
-En mi saliva y mi baba te he dado mi descendencia dijo la voz en el árbol, ahora mi cabeza ya no tiene nada en cima, no es más que una calavera despojada de la carne. Así en la cabeza de los grandes príncipes la carne es lo único que les da una hermosa apariencia. Y cuando mueren se espantan los hombres a causa de los huesos. Así es también la naturaleza de los hijos que son como la saliva y la baba. Ya sean hijos de un señor, de un hombre sabio o de un orador. Su condición no se pierde cuando se van sino se hereda; no se extingue ni desaparece la imagen del señor, del hombre sabio o del orador, sino que la dejan a sus hijas y a los hijos que engendran. Esto mismo he hecho yo contigo, sube, pues, a la superficie de la tierra, que no morirás. Confía en mi palabra que así será."
A pesar de lo dicho por la cabeza de Hun-Hunahpú, Ixquic, decidió quedarse en el Xibalbá. Esto por motivos no especificados. Conllevando a que al cumplir 2 meses de embarazo su padre se percatará de ello. Y por ordenes de los jueces supremos del inframundo, este le condenará a ser sacrificada y a extirparle el corazón para posteriormente incinerarlo en el interior de una jícara.