La Llorona es un fantasma del que se dice que ronda las orillas de los ríos y lagos. Algunos conocen a la Llorona como una madre asesina que mató a sus propios hijos en un acto de venganza o pena, y con ello, creyendo que está condenada a vagar en la tierra en búsqueda de los hijos que sacrificó o, como lo ven otros, renunció voluntariamente.[1]
Características[]
Existen múltiples variantes sobre su historia. Teniendo en cuenta su comportamiento, nos encontramos con aquella que actúa como una sirena, atrayendo con su llanto a los hombres a su perdición; la mujer afligida; y aquella que representa un peligro para los niños. Su localización también se alterna, vagando por las calles, las colinas y campos o junto a un cuerpo de agua.[2] Según folcloristas como Bess Lomax Hawes, no hay elementos consistentes en su leyenda.[1]
Su función es doble: en primer lugar, es el personaje principal de una leyenda que la muestra como una víctima patética e inocente de la traición de su amante y su consiguiente dolor insano. En este caso, se enfatiza la leyenda de la Llorona como una mujer viva, explicando por qué se convirtió en un malévolo fantasma ligado a la tierra. En segundo lugar, existe en un folclore como una imagen de peligro sobrenatural y como la antagonista de otros encuentros fantasmales, en vez de ser el tema de una narración deliberadamente biográfica.[3]
Origen[]
Algunos académicos han identificado a la llorona como la diosa azteca Cihuacóatl o Coatlicue,[3] aunque también se ha sugerido a Chalchiuhtlicue, que era una diosa de las aguas con apariencia de mujer, perteneciente a las deidades de la lluvia. Mataba a los hombres en el agua, donde los sumergía, hinchaba y tragaba con remolinos. Aparentemente, la diosa limitaba sus víctimas a los individuos que vivían de las aguas.[2]
Ella [Cihuacóatl] aparece vestida de blanco, llevando sobre su hombro una pequeña cuna, como si llevara un niño; y puede oírsele sollozar y chillar. Esta aparición se considera un mal augurio.
- ~ Manual Orozco y Berra
Según Luis Gonzalez Obregón, la primera mención a la Llorona se oyó en Ciudad de México en 1550, donde una noche, apareció una mujer vestida de blanco llorando por las calles hasta desaparecer en un lago. Los relatos posteriores incorporaron detalles, pero las características esenciales son que vestía ropas blancas similares a un sudario, vagando llorando por la noche.[3]
Vuestros ancestros también erraron en la adoración de un demonio a quien representaron como una mujer, y a quien dieron el nombre Cioacoatl. Aparecía como una dama del palacio. Aterrorizada, asustada y llorando fuertemente por la noche"
- ~ Sermón de Bernardino de Sahagún
Origen mixto[]
En oposición al origen azteca se encuentra la influencia europea. En la misma década de la primera mención de la Llorona, en Alemania se contaba "Die Weisse Frau ("La dama blanca"), una historia aparentemente antigua que reproduce los mismos rasgos que las versiones posteriores de la llorona. Esta aparecería en otras regiones europeas, como en Francia con el nombre de dames blanches. Aunque la Dama Blanca fue una célebre aparición ya en 1486, la historia más antigua conservada que comparte rasgos con la Llorona es Chronologia Monasteriorum Germaniae Praecipuorum de Kaspar Brusch, compuesta en 1552 y impresa en Sulzbach en 1682. La historia, en resumen, es la siguiente:[3]
Otto, conde de Orlamünde, murió en 1340 y dejó atrás a una viuda y a sus dos hijos. Su viuda, que vivía en Plassenburg, era una mujer voluptuosa y deseaba constantemente volver a casarse. Le llegó el rumor de un comentario realizado por Albrecht el hermoso, quien había dicho que si no se encontraba "cuatro ojos" en su camino, la haría su esposa. La posibilidad de volverse a casar embriagó a Kunigunde, como se llamaba la viuda.
"Cuatro ojos", creía, debía ser una mención indirecta a sus dos hijos. Decidió acabar con ellos, el obstáculo de su matrimonio. Kunigunde una noche a sus hijos y les clavó una aguja por sus cabezas. Sus muertes, dio a conocer, como causa de una violenta enfermedad.Sin embargo, Kunigunde calculó mal, ya que por "cuatro ojos", Albrecht se refería a sus ancianos padres. Tras el precipitado crimen de la viuda, por supuesto él la rechazó y, en un espíritu de constricción, hizo un viaje a ver al papa de Roma. Luego, como penitencia impuesta por el pontífice, se arrastró sobre sus rodillas de Plassenburg a Berneck, donde fundó el convento de Himmelskron (sic). Kunigunde entró al convento como monja y en el momento de su muerte era una abadesa. Tras morir, Kunigunde se le apareció a los descendientes de Albrecht, los Hohenzollerns, como un augurio de muerte inminente u otra desgracia de la familia.
Sin embargo, la dama de blanco no es solo el fantasma familiar de los Hohenzollerns, sino una leyenda tradicional circulante.[3]
En Colonia, en donde hubo una convento, hoy se encuentra una calle que porta el nombre de la antigua casa religiosa, An der weissen Frau. La gente dice que hasta la actualidad, un figura con un sudario blanco vaga allí a medianoche. Se desliza por la calle hasta el lugar de ejecución de Melaten y desaparece. La leyenda dice que la aparición es un espíritu inquieto de la hija del curtidor quien, tras rechazar a muchos pretendientes guapos y ricos, finalmente se convirtió en la presa de un caballero, Diether von Lyskirchen, un miembro de una de las familias más antiguas de Colonia. El joven noble obtuvo entrada a la casa de la damisela disfrazado como un curtidor ambulante. Se ganó su amor y la sedujo. En vez de casarse con ella cuando se quedó embarazada, se burló de ella. Llevó su desprecio al punto de burlarse de ella y de su hijo mientras ella permanecía en la ventana de su casa. Finalmente, la joven madre se enfureció tanto cuando se encontró con su caballero en la calle, que lanzó al niño bajo los casos de su caballo, extrajo la espada de su funda y le apuñaló en el pecho. Él cayó de su caballo, herido mortalmente. La joven fue encerrada en prisión, donde se volvió loca y se ahorcó. Su cuerpo fue llevado al lugar de ejecución de Melaten y enterrado allí sin ceremonia. Desde esa época, entre las 12:00 y las 1:00 de la noche, la Dama Blanca aparece en el punto del doble asesinato e intenta atraer a jóvenes con su pálida belleza. Todos los que hablan con ella mueren en pocos días. En el lugar donde se situaba la casa en que vivía, su padre construyó un buen convento para que las hermanas pudieran expiar su crimen a través de sus oraciones
Las leyendas alemanas y mexicanas son alótropas de una misma historia, ya que comparte varias características comunes:[3]
- Una joven de origen humilde es arruinada y abandonada por un joven aristócrata.
- Ella mata a su hijo bastardo.
- Ella se vuelve loca y muere violentamente.
- Ella vuelve como un fantasma maligno, a veces como una tentadora.
- Aquellos desafortunados de conocerla, mueren poco después.
Tales son las similitudes, que las diferencias entre las versiones alemana y mexicana son menores que entre las propias versiones de la Llorona. No obstante, esto no implica necesariamente que una derive de la otra, sino que plantea la posibilidad de una convergencia, un origen común. Kunigunde Orlamünde encontró el Claustro Cisterciense de Himmelsthron en 1343 en Gründlach bei Nürnberg, donde fue abadesa y fue enterrada. Junto a su lugar de enterramiento hay tumbas de dos niños. En su tumba de mármol blanco están inscrita la que parece ser la figura de una dama de blanco, sugiriendo a aquellos que conocían la tumba, que era de la dama de blanco original. Martin Wähler sugiere que la leyenda era aún más antigua que la propia tumba, quienes muchos conocían por Kaspar Brusch.[3]
Dado que existen prototipos de las damas blancas en la mitología nórdica y eslava, es posible que una historia con rasgos de la Llorona, anterior a la conquista española de México, presentándose la oportunidad de la transmisión de la historia de Europa a América. Los estudios de las leyendas alemanas han percibido la influencia de la iglesia católica romana. Dado que contemporánea a la conquista de México se vive en Europa la reforma protestante, es posible que los clérigos huyeran a zonas católicas más estables, expandiendo la leyenda entre finales del siglo XV y principios del XVI.[3]
En México, la dama blanca fue reemplazada por la nativa Cihuacóatl y su leyenda se extendió por América. Además, un argumento de su origen mixto, es que los valores de los personajes y sus respuestas son españolas, no azteca. Probablemente, un joven azteca no formaría su casa para abandonarla sin fundamento asustado por la escrupulosidad moral de una alianza validada ceremonialmente; un noble azteca tampoco vería una relación con una casta inferior de manera tan melodramática, ya que la poliginia y concubinato era una forma aceptable de alianza en la sociedad azteca. El comportamiento esperado de un azteca habría sido añadir otra esposa o mantenido a una amante querida como concubina.[3]
Criaturas similares[]
Además de las damas de blanco, Lamia también actuaba como una tentadora infanticida, al igual que, en ciertos relatos, Lilith. Las banshees eran almas plañideras que anunciaban la muerte con su lamento.
Norteamérica[]
Para los haida, Dzelarkhon era una criatura mítica cuyo nombre significaba rana, aunque también se le llamaba Mujer Llorona. Los cantos fúnebres le atribuían la destrucción del pueblo con un volcán. En algunos tótems, se le muestra como una mujer agarrando a un niño muerto, que cuelga cabeza abajo sobre sus pechos. Para los tsimshians y los tlinkit, esta rana también presagiaba el desastre. Los quinault tenían leyendas del cȧo'mcȧo'm, un gato montés sin pelo y cara humana que habla con voz de un familiar o amigo, diciendo "¡Oh, mis hijos!". Se considera un augurio de muerte. Los sanpoil conocían a la Mujer Llorona como Chatalem, siendo una tentadora que atraía a los cazadores con su bello y triste gemido. Se mantenía lejos de su vista, mientras que ellos le seguían hasta morir. Chatalem aparecía temprano en el campamento de un cazador y cocinaba para él. Cuando se despertaba, la miraba y veía que tenía un niño en su espalda, cabeza abajo. Los cowlitz hablan de una mujer peligrosa y como un chico le engañó. La historia decía que oírla llorar era letal, mientras que ahora solo es un mal augurio. Los alsea tienen historias de una mujer mítica llamada Asin, que se llevaba a los niños y vagaba por el bosque. Cuando alguien iba a morir, se oía su lamento por las montañas. Los indios penobscot concebían a dos demonios: Pskégdemus (a veces Skwakcwtemus) que anhela niños y hombres, llorando cerca de los campamentos para atraer a los cazadores. Quien la sigue, no vuelve. Maski'.kcwsu ("Criatura Sapo") es una seductora de hombres y niños. En una historia, llega a un solitario campamento llorando fuertemente por haber perdido a su hijo y pidiendo cuidar al niño de la mujer que esté allí. La mujer se lo permite, pero el esposo llega y aleja enfadado a la criatura, que huye llorando tristemente.[3]
Referencias[]
- ↑ 1,0 1,1 Perez, Domino Renee (2008). «Preface; Revision and critical interrogation», There Was a Woman - La Llorona from Folklore to Popular Culture, pp. 10; 38. ISBN 978-0-292-71812-8.
- ↑ 2,0 2,1 Barakat, Robert A. (Jul. - Sep., 1969). «Wailing Women of Folklore». The Journal of American Folklore (American Folklore Society) 82 (325): pp. 270-272. https://www.jstor.org/stable/538716.
- ↑ 3,0 3,1 3,2 3,3 3,4 3,5 3,6 3,7 3,8 3,9 Kirtley, Bacil F. (Jul., 1960). «"La Llorona" and Related Themes». Western Folklore (Western States Folklore Society) 19 (3): pp. 155-168. https://www.jstor.org/stable/1496370.