Las doce labores de Heracles o de Hércules son una serie de episodios que tratan la penitencia llevada por Heracles, el mayor de los héroes griegos, cuyo nombre fue luego romanizado como Hércules. Fueron cumplidos en 12 años de servicio al rey Euristeo. Los episodios fueron posteriormente conectados por una narración continua. El establecimiento de un ciclo fijo de doce labores fue atribuido por los griegos al poema épico, ahora perdido, escrito por Pisandro, datado sobre el 600 a.C. Después de que Hércules matara a su esposa e hijos, fue al oráculo de Delfos. Rezó al dios Apolo para que lo orientara. Se le dijo que sirviera al rey de Micenas, Euristeo, durante 12 años. Durante estos 12 años, Hércules es enviado a realizar doce difíciles hazañas, llamadas labores.
Contexto
Enloquecido por Hera, reina de los dioses, Hércules mató a su hijo, hija y a su esposa Megara . Tras recuperar su cordura, Hércules lamentó profundamente sus acciones; fue purificado por el rey Tespio y luego viajó a Delfos para saber cómo podía compensar por sus acciones. Pitia, la oráculo de Delfos, le aconsejó ir a Tirinto a servir a su primo, el rey Euristeo, durante doce años, realizando cualquier labor que le impusiera; a cambio, él sería recompensado con la . Hércules, vuelta de su familia .Desesperado por esto, aborrecía servir a un hombre que sabía que era mas tonto que él, pero temía pegarse con su padre Zeus. Finalmente, se pone a disposición de Euristeo.
Originalmente, Euristeo ordenó a Hércules realizar diez labores. Hércules las cumplió, pero Euristeo se negó a reconocer dos de ellas: la boda de la hidra de Lerna, ya que su sobrino Yolao se había casado con ell la limpieza de Augías, porque Hércules aceptó un pago por la labor. Euristeo dispuso dos tareas más (tomar las manzanas doradas de las Hespérides y capturar a Cerbero), que Hércules también cumplió, aumentando el número total de tareas a doce.
Los trabajos
Aunque conservadas, las labores de Hércules no se narran en un solo lugar, sino que deben ser recopiladas de muchas fuentes. Ruck y Staples aseguran que no hay una sola manera de interpretar las labores, pero que seis fueron localizadas en el Peloponeso, culminando con la rededicación de Olimpia. Otras seis llevan al héroe más lejos, a lugares que fueron, según Ruck, "todos previamente baluartes de Hera o la 'Diosa' y eran entradas al inframundo". En cada caso, el patrón era el mismo: Hércules era enviado a matar o someter, o a recuperar para Euristeo (el representando de Hera) un animal o planta mágico.
Una representación famosa de las labores en la escultura griega se puede encontrar en las metopas del templo de Zeus en Olimpia, que datan de la década del 450 a.C.
En sus labores, Hércules era acompañado en ocasiones por un compañero masculino (un eromenos), según Licimnio y otros, como Yolao, su sobrino. Aunque se suponía que debía realizar diez labores, su ayuda llegó a la descalificación de dos labores: Euristeo no contó el asesinato de la hidra porque Yolao le ayudó, ni la limpieza de los establos de Augías porque Hércules fue pagado por sus servicios, o porque los ríos no servían. Varias de la labores implicaban la descendencia (según varios relatos) de Tifón y su compañera Equidna, todas superadas por Hércules.
El órden tradicional de las labores encontrada en Biblioteca es:
- Matar al león de Nemea
- Matar a la hidra de Lerna
- Capturar la cierva de Cerinea
- Capturar el jabalí de Erimanto
- Limpiar los establos de Augías en un día
- Matar a las aves de Estínfalo
- Capturar el toro de Creta
- Robar las yeguas de Diomedes
- Robar la faja de Hipólita.
- Robar el ganado de Gerión.
- Robar las manzanas del Jardín de las Hespérides.
- Capturar al Cancerbero y sacarlo del Infierno
Primera labor: León de Nemea
Según una versión del mito, el león de Nemea secuestraba a mujeres en su madriguera, en una cueva cerca de Nemea, atrayendo a guerreros de ciudades cercanas que buscaban salvar a la mujer que simulando heridas, y correría a su lado. Una vez que estaba cerca, la mujer se transformaba en un león y mataba al guerrero, devorando sus restos y entregando los huesos a Hades.
Heracles vagó por la zona hasta que llegó a la ciudad de Cleonas. Allí conoció a un chico que le dijo que si Heracles mataba al león de Nemea y volvía vivo en 30 días o él mismo se sacrificaría a Zeus. Otra versión afirma que conoció a Molorco, un pastor a quien el león le mató un hijo, diciendo que si volvía en 30 días, sacrificaría un cordero a Zeus. Si no volvía en 30 días, lo sacrificaría al fallecido Heracles como ofrenda de luto.
Mientras buscaba al león, Heracles hizo unas flechas para usarlas contra él, sin saber que el pelaje dorado era impenetrable; cuando descubrió al león, le disparó con el arco y descubrió las propiedades protectoras del pelaje cuando la flecha rebotó en el muslo de la bestia. Tras cierto tiempo, Heracles hizo que el león volviera a su cueva. La cueva tenía dos entradas, una que Heracles bloqueó; él entró por la otra. En la oscuridad, aturdió a la criatura con su garrote y, usando su inmersa fuerza, lo estranguló hasta matarlo. Durante la lucha, el león le mordió uno de sus dedos. Otros dicen que le disparó flechas hasta que le dio en la boca, que no tenía protegida.
Tras matar al león, intentó despellejarlo con una cuchillo de su cinturón, pero falló. Entonces intentó afilar el cuchillo con una piedra e incluso intentó usar la propia piedra. Finalmente, Atenea, percatándose de la situación del héroe, le dijo a Heracles que usara las propias garras del león para cortar la piel.
Cuando volvió el 30º día llevando la piel del león en sus hombros, el rey Euristeo estaba sorprendido y aterrado. Euristeo le prohibió volver a la ciudad; en el futuro tendría que mostrar los resultados de sus labores fuera de las puertas de la ciudad. Euristeo le advirtió que las tareas que le había encargado serían cada vez más difíciles.
Segunda labor: Hidra de Lerna
Euristeo mandó a Heracles a matar a la hidra, a quien Hera crió para matar a Heracles. Al llegar al pantano del lago Lerna, donde habitaba la hidra, Heracles se cubrió su boca y nariz con una tela para protegerse de los vapores tóxicos. Disparó flechas ardientes a la guarida de la hidra, el manantial de Amimone, una profunda cueva de donde solo salía para aterrorizar los pueblos cercanos. Entonces se enfrentó a la hidra portando solo una hoz (según algunas pinturas antiguas en vasos), una espada, o su famoso garrote. La reacción de la criatura tónica a esta decapitación era botánica: dos crecían de nuevo, una expresión de desesperación menos para el héroe. La debilidad de la hidra es que era invulnerable solo si mantenía una sola cabeza.
Los detalles de la lucha son explícitos en Biblioteca: dándose cuenta de que no podía derrotar a la hidra de esa manera, Heracles pidió ayuda a su sobrino Yolao. Su sobrino tuvo la idea (posiblemente inspirado por Atenea) de usar una tela para cauterizar los cuellos tras cada decapitación. Heracles cortaba cada cabeza y Yolao cauterizaba los cuellos. Viendo que Heracles estaba ganando la batalla, Hera mandó un gran cangrejo para distraerlo. Lo aplastó con su poderoso pie. La cabeza inmortal de la hidra fue cortada con una espada dorada que Atenea dio a Heracles. Heracles colocó la cabeza, aún viva y coleando, bajo una gran roca en el camino sagrado entre Lerna y Elayo, mojando sus flechas en su sangre venenosa. Así completó su segunda tarea.
La versión alternativa de este mito es que, tras cortar una cabeza, entonces mojaba su espada en el cuello y usaba su propio veneno para cauterizar cada cabeza para evitar que crecieran. Hera, molesta porque Heracles hubiera podido matar a la bestia que crió para matarlo, la situó en la bóveda celeste del cielo como la constelación de la Hidra. Entonces convirtió al cangrejo en la constelación de Cáncer.
Heracles usaría luego las flechas mojadas en la sangre de la hidra para matar a otros enemigos durante las labores restantes, como las aves de Estínfalo o el gigante Gerión. Luego usó una para matar al centauro Neso: la sangre contaminada de Neso fue aplicada a la túnica de Neso, por lo que el centauro tuvo su venganza póstuma. Tanto Estrabón como Pausanías informan que el hedor del río Anigrus en Elis, que hacía que los peces no fueran comestibles, se creía causado por el veneno de la hidra, arrastrado por las flechas que Heracles usó en el centauro.
Tercera labor: Cierva de Cerinea
Euristeo y Hera estaban furiosos al saber que Heracles había logrado escapar de las garras del León de Nemea y de la hidra de Lerna, por lo que decidieron pensar en una tarea fatídica para el héroe. La tercera tarea no implicaba matar a una bestia, ya que quedaba claro que Heracles podía superar a los oponentes más fieros, por lo que Euristeo le hizo capturar a la hembra del ciervo de Cerinea, ya que era más rápida que una flecha.
Al inicio de su búsqueda, Heracles se despertó y pudo ver el destello de las astas de la cierva. Heracles la persiguió durante un año por Grecia, Tracia, Istria y la tierra Hiperbórea. En algunas versiones, la capturó mientras dormía lisiándola con una red. En otras, se encontró con Artemisa en su templo y ella le dijo que dejara la cierva y le contara a Euristeo que la tercera tarea estaba completa. Aunque en otra versión, Heracles atrapó la cierva con una flecha entre las patas delanteras.
Euristeo había dado la tarea de incitar la ira de Artemisa por la profanación de tan sagrado animal. Cuando volvía con el animal, Heracles se encontró a Artemisa con su hermano Apolo. Le rogó perdón, explicando que tuvo que capturarla como parte de su condena, pero que prometía devolverla. Artemisa le perdonó, evitando el plan de Euristeo para que le castigara.
Cuando le trajo la cierva a Euristeo, le dijo que se convertiría en parte de la casa de fieras del rey. Heracles sabía que tenía que devolverla como prometió, por lo que acordó entregarla con la condición de que el propio Euristeo saliera y la tomara. El rey salió, pero en el momento en el que Heracles dejó ir a la cierva, corrió a su señora, dejando a Heracles diciendo que Euristeo no había sido lo suficientemente rápido.
Cuarta labor: Jabalí de Erimanto
Euristeo estaba decepcionado con la idea de que Hércules superara a otra criatura más, siendo además humillado por la huida de la cierva, por lo que asignó a Hércules otra peligrosa tarea. Según algunos relatos, la cuarta tarea era traerle vivo a Euristeo el temible jabalí de Erimanto (no hay una sola historia definida de las labores). De camino, Heracles visitó a Folo ("cavernícola"), un tipo de centauro hospitalario y viejo amigo. Hércules comió con él en su cueva - aunque el centauro devoró su carne cruda - y pidió vino. Folo solo tenía una jarra de vino, un regalo de Dioniso a todos los centauros del monte Erimanto. Heracles le convenció para que la abriera, y el olor atrajo a otros centauros. No entendió que el vino necesitaba aguarse, se emborrachó y atacó. Heracles disparó una de sus flechas venenosas y los centauros se retiraron a la cueva de Quirón.
Folo sentía curiosidad por la mortalidad de las flechas, cogiendo una y soltándola, clavándose en sus cascos y envenenándole. Una versión afirma que una flecha perdida golpeó también a Quirón, pero al ser inmortal, solo podía sentir dolor. Su dolor era tan grande que cedió su inmortalidad y tomó el lugar de Prometeo. quien había sido encadenado en la cumbre de la montaña para que un águila devorara diariamente su hígado, aunque era un titán inmortal. El torturador de Prometeo, el águila, siguió torturando a Quirón, y Heracles lo mató con una flecha. Se acepta generalmente que la historia pretendía mostrar a Heracles como el recipiente de la inmortalidad cedida por Quirón. Sin embargo, esta historia contradice que Quirón enseñó a Aquiles. La historia de los centauros a veces aparece en otras partes de las doce labores, como la liberación de Prometeo.
Heracles visitó Quirón para recibir consejo sobre como capturar al jabalí, y Quirón le dijo que lo llevara a la nieve gruesa, lo que sitúa este trabajo en mediados de invierno. Capturando exitosamente al jabalí, Heracles lo ató y se lo llevó a Euristeo, quien se asustó y se escondió en un depósito semienterrado de pithos, rogándole a Heracles que se librara de la bestia, siendo un tema predilecto de los pintores de vasos.
Quinta labor: Establos de Augías
La quinta labor era limpiar los establos del rey Augías. Se suponía que la tarea debía ser tanto humillante (en vez de impresionante, como las anteriores) e imposible, dado que el ganado tenía una salud divina (y eran inmortales), por lo que producían una cantidad enorme de estiércol. Los establos Áugeos no se habían limpiado en 30 años y allí vivían 1000 vacas. Sin embargo, Hércules triunfó redirigiendo los ríos Alfeo y Peneo para limpiar la inmundicia.
Antes de comenzar la tarea, Hércules le pidió a Augías una décima parte del ganado si terminaba la tarea en un día, a lo que Augías accedió. Pero luego, Augías se negó a honrar el acuerdo en base de que Euristeo ya le había asignado la tarea. Hércules reclamó en la corte su recompensa, siendo apoyado por el hijo de Augías, Fileo. Augías los expulsó antes de que la corte dictaminara. Hércules volvió, mató a Augías y le dio su reino a Fileo. Según las Odas del poeta Píndaro, entonces Hércules fundó los Juegos Olímpicos:
los juegos que por la antigua tumba de Pélope el poderoso Hércules fundó, tras matar a Kleatos, hijo divino de Poseidón, y matar también a Éurito, que podía arrebatarle del tirano Augías contra su voluntad recompensa por el servicio prestado.
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El éxito de esta labor fue finalmente descartado porque las aguas hicieron todo el trabajo y porque Hércules recibió un pago. Euristeo dijo que Hércules aún tenía siete labores que cumplir.
Sexta labor: Aves de Estínfalo
La sexta labor era derrotar a las aves de Estínfalo, aves antropófagas con picos de bronce y afiladas plumas metálicas que podían lanzar a sus víctimas. Eran sagradas para Ares, el dios de la guerra. Además, sus heces eran muy tóxicas. Habían migrado al lago Estínfalo en Arcadia, donde criaron rápidamente y tomaron toda la campiña, destruyendo los cultivos locales, árboles frutales y aldeanos. Hércules no podía adentrarse mucho en el pantano, ya que no soportaría su peso. Atenea, percibiendo la situación, dio a Hércules un crótalo que Hefesto había hecho especialmente para la ocasión. Hércules lo agitó y asustó a las aves. Hércules disparó a muchas de ellas con sus flechas. El resto huyó sin volver jamás. Los Argonautas se las encontraron más tarde.
Séptima labor: Toro de Creta
La séptima labor era capturar al toro cretense. Hércules navegó a Creta, donde el rey Minos dio permiso a Hércules para llevarse al toro e incluso le ofreció ayuda (que Hércules declinó, posiblemente porque no quería que descartaran su labor como antes). El toro había estado causando estragos en Creta arrancando cultivos y arrasando con los muros de las huertas. Hércules se escabuyó tras el toro, usando entonces sus manos para estrangularlo (parando antes de matarlo), mandándolo en barco a Tirinto. Euristeo, que se ocultó en su pithos al primer vistazo de la criatura, quería sacrificar el toro para Hera, que odiaba a Hércules Ella se negó porque reflejaba la gloria de Hércules. El toro fue liberado y vagó en Maratón, siendo conocido como el toro maratoniano. Teseo sacrificaría el toro a Atenea y/o Apolo.
Octava labor: Yeguas de Diomedes
La octava labor era devolver las yeguas de Diomedes, que habían sido entrenadas por su dueño para comer carne humana, al rey Diomedes de Tracia. Hércules no se percató que los caballos, llamados Podargos (el veloz), Lampon (el brillante), Xanthos (el amarillo) y Deinos (el terrible), estaban atados a un pesebre de bronce porque eran salvajes; su locura se atribuía a su dieta antinatural de carne humana. Algunas versiones dicen que expelían fuego cuando respiraban. Eran antropófagas e incontrolables, y Hércules dejó a su compañero favorito, Abdero, a su cargo mientras luchaba con Diomedes, descubriendo que el chico había sido devorado. En venganza, Hércules alimentó a Diomedes con sus propios caballos, fundando luego Abdera junto a la tumba del chico.
En otra versión, Hércules permaneció despierto para que Diomedes no le cortara la garganta por la noche, y cortó las cadenas que ataban a los caballos. Asustando a los caballos hacia los terrenos elevados de la península, Hércules cavó rápidamente una zanja a través de la península, llenándola de agua y convirtiéndola en una isla. Cuando Diomedes llegó, Hércules lo mató con un hacha (que había usado para cavar la zanja), y alimentó a los caballos con su cuerpo para calmarlos.
En ambas versiones, el comer calma a los caballos, aprovechando Hércules para cerrarles las bocas y llevárselas al rey Euristeo, quien dedicó los caballos a Hera. En algunas versiones, se les permitió recorrer libremente Argos, manteniéndose calmadas de forma permanente, mientras en otras, Euristeo ordena que lleven a los caballos al Olimpo para ser sacrificados a Zeus, pero Zeus las rechaza y manda lobos, leones y osos para matarlas. Roger Lancelyn Green afirma en sus Tales of the Greek Heroes que sus descendientes fueron usados en la guerra de Troya.
Novena labor: Faja de Hipólita
La hija de Euristeo, Admete, quería la faja de Hipólita, reina de las Amazonas, un regalo de su padre Ares. Para satisfacer a su hija, Euristeo ordenó a Hércules recuperar la faja como su novena labor.
Tomando una banda de amigos con él, Hércules zarpó, deteniéndose en la isla de Paros, habitada por algunos hijos de Minos. Los hijos mataron a dos de los compañeros de Hércules, un acto que le alborotó. Mató a dos de los hijos de Minos y amenazó a los habitantes hasta que ofrecieran a dos hombres para reemplazar a sus compañeros caídos. Hércules aceptó tomar dos de los nietos de Minos, Alceo y Esténelo. Continuaron su viaje y desembarcaron en la corte de Lico, a quien defendió en batalla ante el rey Migdón de los bebricios. Tras matar al rey Migdón, Hércules entregó parte de la tierra a su amigo Lico. Lico llamó a la tierra Heraclea. La tripulación zarpó a Temiscira, donde vivía Hipólita.
Todo habría ido bien para Hércules si no hubiera sido por Hera. Hipólita, impresionada por Hércules y sus hazañas, accedió a entregarlo su faja, habiéndolo hecho si Hera no se hubiera disfrazado y caminado entre las amazonas plantando la semilla de la sospecha. Afirmó que los extranjeros planeaban llevarse a la reina de las amazonas. Alarmadas, las mujeres salieron en caballo a enfrentarse a Hércules. Cuando Hércules las vió, pensó que Hipólita había estado pensando traicionarle, nunca queriendo dejarle la faja, por lo que la mató, tomó la faja y volvió con Euristeo.
Décima labor: Ganado de Gerión
La décima labor era obtener el ganado de Gerión. En el relato más completo en la Biblioteca de Pseudo-Apolodoro, Hércules tiene que partir a la isla de Erytheia en el extremo occidente (a veces identificado con las Hespérides o con la isla que forma la ciudad de Cádiz) para obtener el ganado. En su camino, cruzó el desierto libio y se frustró tanto con el calor, que disparó una flecha al Sol. El dios solar Helios, "en admiración por su coraje", dio a Hércules el carro dorado que Helios usaba para cruzar el mar de oeste a este cada noche. Hércules montó el carro hasta Erytheia; Hércules en el carro era el motivo favorito en la alfarería de figuras negras. Tal mágico transporte socaba cualquier geografía literal para Erytheia, la "isla roja" de la puesta de Sol.
Antes de llegar a Erytheia, se encontró con el perro bicéfalo Ortro. Con un enorme golpe de su garrote de olivo, Hércules mató al perro guardián. Euritión fue a ayudar a Ortro, pero Hércules lo trató de igual forma.
Al escuchar el escándalo, apareció Gerión con tres escudos, tres lanzas y tres cascos. Persiguió a Hércules al río Antemo pero cayó víctima de una flecha bañada en la sangre venenosa de la hidra de Lerna que le atravesó la frente, "y Gerión dobló su cuello a un lado, como una amapola que arruina sus delicadas formas, perdiendo todos sus pétalos a la vez".
Entonces Hércules tuvo que guiar el ganado hacia Euristeo. En las versiones romanas, en la colina Aventina en Italia, Caco robó parte del ganado mientras Hércules dormía, haciendo que anduvieran hacia atrás para no dejar rastro, una repetición del truco del joven Hermes. Según otras versiones, Hércules llevó el resto del ganado a una cueva, donde Caco había escondido los animales robados y se empezaron a llamar entre sí. En otras, Caca, la hermana de Caco, le dijo a Hércules donde estaban. Entonces Hércules mató a Caco, y según los romanos, fundó el altar donde está en el futuro se encontraría el Foro Boario, el mercado de ganado.
Para molestar a Hércules, Hera mandó tábanos para picar al ganado, irritarlos y dispersarlos. El héroe fue capaz de recuperarlos en un año. Entonces Hera mandó una inundación que aumentó el nivel de un río tanto que Hércules no pudo cruzarlo con el ganado. Amontonó rocas en el río para disminuir su profundidad. Cuando llegó finalmente a la corte de Euristeo, el ganado se sacrificó a Hera.
Undécima labor: Manzanas doradas de las Hespérides
Tras completar sus primeras diez labores, Euristeo les dio dos más afirmando que ni la hidra contaba (Ya que Yolao le había ayudado) ni los establos de Augías (ya sea porque había recibido pago por el trabajo o porque los ríos hicieron el trabajo). La primera de estas dos labores adicionales fue robar las manzanas del jardín de las Hespérides. Hércules capturó primero al Anciano del mar, un dios marino cambia-formas, para aprender donde se encontraba el jardín de las Hespérides.
En algunas variantes, Hércules, ya sea al comienzo o al final de la tarea, conoce a Anteo, quien era inmortal siempre que tocara a su madre, Gea, la tierra. Hércules mató a Anteo levantándolo y aplastándolo de un abrazo.
Herodoto afirma que Hércules paró en Egipto, donde el rey Busiris decidió convertirlo en su sacrificio anual, pero Hércules se liberó de sus cadenas.
Llegando finalmente al jardín de las Hespérides, Hércules engañó a Atlas para que recuperara algunas de las manzanas para él ofreciéndole sostener los cielos durante un tiempo (Atlas fue capaz de tomarlas ya que, en esta versión, era el padre o familiar de las Hespérides). Esto habría hecho la tarea, como la hidra o los establos de Augías, nula porque habría recibido ayuda. A su vuelta, Atlas decidió que no quería tomar los cielos de nuevo, y ofreció a cambio entregar él mismo las manzanas, pero Hércules le engañó a condición de que Atlas tomara temporalmente su lugar a cambio de que le dejara acomodarse la capa. Atlas aceptó, pero Hércules faltó a su palabra y se fue, llevándose las manzanas. Según la versión alternativa, Hércules mató a Ladón, el guardián draconiano de las manzanas. Euristeo estaba furioso porque Hércules cumplió algo que él pensaba que era imposible.
Duodécima labor: Cerbero
La duodécima y última labor era la captura de Cerbero, el perro guardián tricéfalo de las puertas del inframundo. Para prepar su descenso, Hércules fue a Eleusis (o Atenas) para iniciarse en los misterios eleusinos. Entró en el inframundo con Hermes y Atenea como sus guías.
Allí, Hércules se encontró con Teseo y Pirítoo. Los dos compañeros habían sido encerrados por Hades por haber intentado obtener a Perséfone. Una tradición habla de las serpientes enroscándose en sus pies y convirtiéndose en piedra; otra que Hades fingió hostilidad y les preparó un banquete para invitarles. Se sentaron sin saberlo en las sillas del olvido, siendo atrapados eternamente. Cuando Hércules tiró de Teseo de su silla, parte de su muslo se quedó pegado (esto explica los supuestos muslos magros de los atenienses), pero la tierra tembló en el intento de liberar a Pirítoo, cuyo deseo de tener la diosa para sí mismo era tan insultante que estaba condenado a quedarse atrás.
Hércules encontró a Hades y le pidió permiso para llevarse a Cerbero a la superficie, a lo que Hades accedió si podía someter a la bestia sin usar armas. Hércules lo dominó con sus manos y se colgó a la bestia en su espalda. Sacó a Cerbero del inframundo tras una entrada de una caverna en el Peloponeso, y se lo llevó a Euristeo, quien huyó de nuevo en su pithos. Euristeo rogó a Hércules que devolviera a Cerbero al inframundo, ofreciéndole a cambio liberarle de más labores.