Mayahuel es una diosa menor de la mitología nahua comúnmente relacionada con el maguey y por ende de la embriaguez.
Etimología[]
Su nombre proviene de los términos en náhuatl de "Metl" (maguey) y "Yahualli" (redondo) que en conjunto expresan "Lo que rodea al maguey",
Relaciones[]
Mayahuel al igual que otras deidades nahuas poseía un vasto sentido de vinculación con la tierra (A la que llamaban Tlaltipac) y por extensión esta hermandada con otras diosas ctónicas como Cihuacóatl, Tlazoltéotl y Chicomecóatl.
Casada con el dios Patecatl, fue madre de varios dioses menores como los Centzon Totochtin, diosecillos con forma de conejo que personificaban diversos estados de la embriaguez, y de Ixotecuhtli, dios de la libertad. Además de, según la versión del mito, fue amante del dios Quetzalcóatl y nieta de un demonio femenino llamada Tzitzimitl.
Mito[]
Los mitos nos cuentan que Mayahuel vivía junto a su esposo en el Tepeme-Popocatepetl, lugar identificado con el volcán Popocatepetl, la diosa entonces quedo embarazada en un día baldío, considerado como una desgracia los demonios Tzitzimime le raptaron y confinaron al Teoiztac o noveno cielo donde era custodiada por Tzitzimitl, su abuela.
Con el tiempo los dioses decidieron que los hombres eran merecedores de algo que les hiciera felices, por lo que Quetzalcóatl aprovechando una distracción de las Tzitzimime que habían iniciado una guerra con el sol, logró rescatar a Mayahuel, acto seguido ambos descendieron a la tierra para que ella pudiera dar a luz a sus hijos, los Centzon Totochtin, por su parte Tzitzimitl percatándose de la ausencia de su nieta les persiguió junto a algunas Tzitzimime.
Quetzalcóatl, que se había enamorado de Mayahuel decidió transformarla en un Xochicuahuitl o árbol de flores mientras que él se convertiría en un Quetzalhuexotl, siendo esto una manera de mantener relaciones sexuales y pasar desapercibidos. Lamentablemente las Tzitzimime se dieron cuenta del engaño y de manera salvaje le asesinaron descuartizándola y posteriormente devorando sus restos y una vez solo Quetzalcóatl, que había podido rescatar una rama de su amada paso a sembrarla en la tierra para dar origen a los primeros brotes de maguey de la cual los hombres sacaron el vino que usarían para alegrar su corazón durante las fiestas.
Fuentes[]
- Bodo Spranz (1975). Fondo de Cultura Económica México, ed. Los Dioses en los Códices Mexicanos del Grupo Borgia: Una Investigación Iconográfica. María Martínez Peñaloza (Traducción). México. (ISBN 968-16-1029-6)
- Cecilio Agustín Robelo, Diccionario de Mitología Nahua, México, Biblioteca Porrua. Imprenta del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, 1905, 851 p. (ISBN 978-9684327955)
- Otilia Meza, El Mundo Mágico de los Dioses del Anáhuac, México, Editorial Universo México, 1981, 153 p. (ISBN 968-35-0093-5)