Ngai (Maa: "Cielo), Engai o Enkai, es el nombre del dios supremo entre los masáis de África oriental.[1]
Ngai, como dios supremo, es andrógino. Su principal morada es Ol Doinyo Lengai ("La montaña de Dios") situada en el norte de Tanzania. Ngai controla la lluvia, la fertilidad, el Sol y los asuntos del amor. Aunque se trata de un solo dios, tiene dos manifestaciones: Ngai Narok, caracterizado por la bondad y benevolencia, siendo negro, y Ngai Nanyokie, el furioso, que es rojo, como los colonos británicos que irrumpieron en la vida de los masáis.[1]
Mitos[]
Al principio, el cielo (Ngai) y la Tierra eran uno. Todo en ganado del mundo pertenecía a Ngai. Sin embargo, la Tierra y el cielo se separaron, por lo que Ngai y su ganado ya no residían en la Tierra. No obstante, dado que la subsistencia de su ganado dependía de la hierba, Ngai decidió enviar todo su ganado a los Masai, dándoles el mandato divino de cuidar a las bestias. El ganado se deslizó a la Tierra a través de una larga cuerda hecha de raíces de higuera. Para los vecinos de los masáis, los cazadores y recolectores Torrobo (Dorobo o Ildorobo), Ngai les entregó miel y animales salvajes. A los Kikuyu, otro grupo vecino, Ngai les envió semilla y grano, pero solo los masáis fueron bendecidos con el regalo del ganado. Un torrobo celoso cortó la cuerda entre la Tierra y el cielo, destruyendo la línea directa de comunicación entre Dios y los vivos.[1]
Desde entonces, como muchos otros dioses supremos africanos, Ngai solo participa indirectamente en los asuntos humanos. Sin embargo, a través de su relación y cuidadoo de su ganado, que es el regalo definitivo de Dios a los seres humanos, los masáis recrean la unidad con Ngai. El ganado posee las cualidades de Dios y son testigo de su grandeza y generosidad. A través del consumo de la carne y bebiendo su leche, Dios y los seres humanos se vuelven uno de nuevo. Por lo que este consumo, a través de la recreación de esta unidad original, son experiencias religiosas de gran importancia y, predeciblemente, ocurre en los momentos más importantes de las vidas de los masáis, como el nacimiento, la iniciación y la circuncisión, el matrimonio y la muerte, y en todas las ocasiones críticas como los ritos de paso de una edad a la siguiente. Los animales son matados ritualmente, la carne bendita por los ancianos y compartida y comida en la intemperie.[1]
Hay muchas historias sobre la relación entre las dos dimensiones de Ngai. Se cuenta que, una vez, una sequía causó una gran hambruna, dejando tanto a los humanos como al ganado al borde de la inanición. Ngai Narok sugirió a Ngai Nanyoke enviar lluvia a las criaturas que vivían en la Tierra. Ngai Nanyokie accedió reacio, comenzando a llover en abundancia. Sin embargo, tras unos días, Ngai Nanyokie pidió a Ngai Narok que dejara de enviar lluvia. Tiempo después, Ngai Narok pidió a Ngai Nanyokie que volviera a enviar lluvia, pero este se negó. Esto provocó un conflicto entre ambos, cuyo ruido se oía como fuertes truenos. Por lo tanto, las poderosas fuerzas invisibles del mundo natural, como la lluvia, el trueno y el rayo representan tanto bendiciones como castigos de Ngai. Cuando llega la sequía, los masáis apelan a su dios supremo haciendo que los niños canten en círculo una canción religiosa mientras sostienen en sus manos un puñado de hierba tras la puesta de Sol.[1]
En un mito del origen de la muerte, Ngai envió un camaleón a contar a los humanos que nunca morirían. Sin embargo, poco después de que este saliera a cumplir su misión, Ngai cambió de idea. Envió un segundo mensajero, un ave, a decir a los humanos que morirían y no renacerían. El camaleón, tartamudeando, estaba comenzando a transmitir su mensaje cuando llegó el pájaro y dio el suyo antes de que el camaleón pudiera terminar de hablar.[2]
Referencias[]
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