En la mitología inca, Vichama es el diosrmano Pachacámac, vengándose convirtiendo a los humanos que había creado en rocas e islas. Luego eclosionó tres huevos de donde nació una nueva raza de humanos.
El nombre ha sido adoptado por un grupo de teatro de Villa El Salvador, Lima, Perú, que trabaja mundial mente planteando problemas de responsabilidad e implicación social.[1]
Mitología[]
Enfrentamiento entre el Sol y su hijo[]
La narración más detallada se centra en los actos de creación, el antagonismo entre una antigua deidad creadora llamada Kon y la relación entre el Sol y su hijo, Pachacámac. Aquí la fuente principal es el cronista Antonio de la Calancha. Registró que una deidad costera norteña anterior, Kon, había creado la primera raza de humanos. Kon desapareció con la presencia de Pachacámac, el hijo del Sol y la Luna, que llegó del sur. Pachacámac convirtió a estos primeros humanos en monos, zorros y otros animales. Pachacámac creó un hombre y una mujer, pero sin alimento, el hombre murió. La mujer se quedó, culpó a Pachacámac por la muerte y rezó al Sol por alimento, pero el Sol no respondió. En cambio, sus rayos solares impregnaron a la mujer, que dio luz a un chico. Cuatro días después, indignado por el nacimiento, Pachacámac mató al chico, separando distintas partes de su cuerpo. El cuerpo desmembrado fue plantado y germinó. Los dientes produjeron maíz, las costillas y huesos germinaron en mandioca y tubérculos, y de la carne surgieron árboles frutales y verduras.[2][3]
El Sol reaccionó tomando el cordón umbilical del niño para hacer otro hijo, llamado Vichama, un nombre que recuerda al nombre del lugar Ichimay. El mito entonces enfrenta a Vichama y Pachacámac entre sí. Pachacámac es opuesto entonces incluso por su propio padre, el Sol, y su hermano, Vichama. Mientras viajaban el Sol y Vichama, Pachacámac mató a la madre de Vichama y la dejó como alimento de los cóndores y buitres. El episodio se escenifica diariamente con la colocación de sardinas y anchoas en la plaza principal en Pachacámac para atraer a los cóndores y buitres.[2]
Pachacámac creó entonces una pareja ancestral cuya descendencia comenzó a multiplicarse. Vichama volvió y Pachacámac huyó a su templo en las profundidades del océano Pacífico. Vichama convirtió a la gente en piedra, transformándolas en huacas (santuarios). Entonces preguntó a su padre, el Sol, que creara una nueva raza de humanos, ya que no quedaba ninguna para venerar al Sol o las huacas. Se enviaron tres huevos; uno de oro, uno de plata y otro de bronce. El huevo de oro eclosionó y produjo a los reyes y jefes locales, el de plata produjo mujeres de alto rango y el de bronce produjo a los plebeyos masculinos y a sus familias. Una variante de esta historia registra cómo Pachacámac envió cuatro estrellas a la tierra, de las cuales las dos primeras eran masculinas, que produjeron a los señores y a la élite, y las otras dos, que eran femeninas, dieron origen a los plebeyos y siervos.[2]
Dualidad[]
La tradición giraba en torno a la oposición de los hermanos Vichama y Pachacámac. La dualidad se expresaba en el ídolo de Pachámac, que era un báculo o mango de madera con dos caras mirando en direcciones opuestas. Descritos como hijos del Sol, los hermanos Pachacámac y Vichama quizás sean noche y día, o aspectos de oscuridad y luz de la deidad solar. La interpretación se ve apoyada por la manera en la que desapareció Pachacámac cuando nació Vichama, y luego desapareció de nuevo cuando llegó Cuniraya Viracocha. Cuando el Sol y Vichama viajaron, por otra parte, Pachacámac era el personaje principal. En las tierras altas, el grupo étnico Llacuaz veneraba al Sol diurno, mientras que el grupo Huarí veneraba al Sol nocturno que viajaba bajo la tierra. La distinción entre el Sol diurno y nocturno se encuentra en la deidad solar inca Punchao, que se asociaba específicamente con el Sol diurno.[2]
Referencias[]
- ↑ . Vichama Teatro. Consultado el día 08-09-2018.
- ↑ 2,0 2,1 2,2 2,3 Steele, Paul R. (2004). ABC-CLIO, Inc. (ed.). Handbook of Inca Mythology, pp. 221-225. ISBN 1-85109-621-3.
- ↑ Bingham, Ann (2010). South and Meso-American Mythology A to Z, 2ª edición, pp. 99. ISBN 978-1-60413-414-8.
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