Xochiquétzal (Señora flor preciosa) es la diosa azteca y tolteca eternamente joven de la alegría, el amor y las flores, que simbolizan la iluminación. Vigilaba sobre el parto, protegía a las madres primerizas y era la patrona de los tejedores, de los plateros, pintores y cualquiera que usase el arte para recrear la naturaleza. Siempre se le representaba con mariposas y aves rodeándola. Se le honra, especialmente en el día de los muertos, con caléndulas.[1]
Xochiquétzal es la hija de Tlazoltéotl, la diosa de la Luna y devoradora de todos los pecados. Algunos dicen que está casada con su gemelo, el príncipe de las flores Xochipilli, pero la mayoría de los relatos la nombran como la esposa del dios de lluvia Tláloc.[1]
Un mito cuenta cómo Xochiquétzal y Tláloc fueron los únicos supervivientes de la gran inundación que terminó con el Cuarto Sol, o edad, en la mitología azteca. Todos sus hijos fueron incapaces de hablar. Una paloma llegó finalmente a Colhuacan, donde vivieron y dio el habla a los hijos. Sin embargo, cada hijo recibió un idioma distinto. Finalmente, el dios solar Tezcatlipoca se enamoró de Xochiquétzal y fue a la montaña para llevársela.[1]
Referencias[]
- ↑ 1,0 1,1 1,2 Bingham, Ann. Infobase Publishing (ed.). South and Meso-American Mythology A to Z, 2ª edición, pp. 144. ISBN 978-1-60413-414-8.